La media verdad tras la realidad

La media verdad tras la realidad





Siempre había existido una parte en Iggy que sabía que el mundo a su alrededor no estaba bien. No prestaba atención a los detalles, no se fijaba en los matices, no le importaban las personas y nunca pensaba en nada que no fuera ella misma; por indiferencia, por seguridad..., nunca le había importado la razón; pero reconocía la confusión que se creaba y sabía que no encajaba con el ideal de vida universal. Y aún así nunca llegaba a ahogarse. Aún cuando seres humanos tan cercanos la habían acuchillado con sus miradas de desprecio durante años, nunca había sido capaz de transformar ese odio en algo suyo. Habían anticipado su muerte en tantas ocasiones que no lograba imaginar como llegaría a sentirse en tal momento. No temía, y ello la hacía tan débil como fuerte. Por eso veía pasar ante sus ojos escenas de su propia vida, esperando ser arrastrada, mas no deseándolo. Por eso su cuerpo descansaba sobre la fría piedra de la azotea del instituto, ignorando conversaciones que trataban de incluirla, evitando voces de alumnos que no reconocía, y que ni siquiera podían gritar su nombre.

"Asano Misaki, diríjase al despacho de dirección. Asano Misaki, diríjase al despacho de dirección"(*). La chirriante voz de la secretaria del director se volvía metálica a través de la megafonía, resonando por todo el recinto, avisando a todos los alumnos, advirtiéndoles de lo que sucedería a su compañera antes de terminar el almuerzo, pero sin utilizar las palabras que describirían el castigo.

- Esa Asano siempre está llamando la atención - rió uno de los chicos, y sus amigos le siguieron, pensando nuevas críticas, obligando a sus mentes a crear réplicas perfectas para aumentar la desgraciada imagen de una persona que ni siquiera conocían.

- ¿Cuántas veces la habrán llamado ya?

- Diecisiete - murmuró Iggy, cubierta con la capucha de su chaqueta, viéndose su rostro bajo una sombra que oscurecía la fina línea de sus labios -. Este mes.

Los chicos la miraban aunque ella no lo hacía. Los cascos de
su mp3 seguían situados en sus oídos aunque la música hacía minutos se había detenido. Mientras estuvieran conectados con su cuerpo nadie la molestaría, no la acosarían con preguntas, ni con sus incomprensibles demandas adolescentes, ni siquiera intentarían arrastrarla a una nueva pelea mientras escuchara su música durante el almuerzo. Porque hasta el más idiota aprendía de los errores ajenos. Y por eso se los quitó, esperando una respuesta.

- ¿Conoces a Asano Misaki, Iggy?

Los demás presentes miraban entonces a la valiente chica con otros ojos, entre asombrados, horrorizados y agradecidos. Nadie parecía reparar en el ruido que se acercaba a través de la puerta cerrada de la azotea.

- De algún modo.

De la misma forma en que a ella no le importaba responder, a ellos quebraba su realidad tal consecuencia, pues debían poner de nuevo a funcionar sus cerebros, en busca de aquellas palabras que la harían al fin captar su atención. Porque Iggy causaba ese efecto en las personas, las atraía sin saber ni cómo, ni por qué, pero la rodeaban y acorralaban hasta robarle el aire que necesitaba para respirar. Pero no entendía los motivos que los llevaban hasta sus pies sin siquiera haber visto su rostro.

La puerta se abrió de pronto dejando pasar la figura sofocada y sonrrojada de un alumno con cara de pocos amigos. Iggy suspiró con fuerza anticipando sus palabras.

- ¡Misaki! - jadeaba -. ¡Ve a dirección ya!

Junto a las viejas miradas que volvían a centrarse en ella, se encontraban entonces unos ojos fieros, de incalculable fortaleza, que trataban de perforarla hasta destruir sus defensas. Los siguió.


"Hitching on the road of decline,
with no name streets and no vital signs,
I pissed away the best of me and no one can help me".*







(* En Asano Misaki, el apellido es el primero, y el nombre de pila el segundo. Así es en Japón)
(* Pertenece a Sum41)

Redactando desde su anti-festivo rincón,
- Shinju J. J. (26/12/2010), yoroshiku onegai shimasu.

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