En las sombras 2


En las sombras I.



1. Blanco o negro (2/4)



Dos jóvenes cruzaron la puerta a su izquierda, las dos hojas de madera chirriando como se suponía que debía suceder en una vieja casa mohosa, riendo, lanzándose el uno al otro una gorra azul que sin lugar a dudas pertenecía al tercer chico que había aparecido tras ellos, de semblante serio, tal vez triste, desesperado por recuperar su pertenencia, sonrojado por el esfuerzo de haberles perseguido seguramente durante varios minutos y la vergüenza de ser su juguete.

Los dos chicos que se divertían eran bastante altos, teniendo así larga ventaja con respecto al tercero, más bajito y probablemente menos fuerte también. A Dakota le resultó demasiado familiar la estampa, tan habitual, tan típica, tan adolescente. Esto resolvió parte de sus dudas, pues no encontraría callados niños superdotados en aquel internado.

Ninguno de ellos advirtió su presencia hasta que interceptó el lanzamiento de la gorra, apenas dando un pequeño salto entre los tres chicos. El instante de incertidumbre se sucedió deprisa, ninguno querría problemas nada más llegar, y los dos más altos desaparecieron tras la puerta de la derecha, algo ofuscados, aunque riendo de todos modos. Dakota los siguió con la mirada hasta que la puerta dejó de balancearse y se cerró por completo.

- Qué imbéciles - maldijo ella entregándole la gorra a su dueño, que recuperaba el aliento, viendo desaparecer lentamente el color rosado de sus mejillas.

- Ah, sí... - murmuró distraído el chico -. Gracias.

- No hay de qué.

La amable sonrisa en el rostro moreno de la muchacha devolvió el color a los carrillos del chico, y su mirada se volvió inquieta e insegura. La timidez se apoderaba de él; cualquiera podría haberse dado cuenta. Ella lo observó detenidamente, de rodillas en el suelo junto a ella, sacudir su pecoso rostro a derecha e izquierda, tal vez tratando de reponerse lo antes posible. Cuando gotas de agua llegaron a su piel advirtió que el chico tenía el pelo mojado, y olía a menta. Parecía que acabara de darse un baño, y esto le dio esperanzas. No tendría que bañarse en el río a la intemperie.

El joven le tendió la mano, sonriendo gentilmente.

- Eres Dakota, ¿no? - su voz casi un susurro.

- Llámame Crash - aclaró ella tomando la mano y estrechándola. Su mirada inquisitiva trataba de arrancar al chico una presentación.

- Soy Taylor. Taylor Mills - dijo él, incorporándose y recogiendo del suelo la bolsa de deportes de Dakota -. Te acompañaré a tu cuarto.

Se sintió avergonzado al instante, al darse cuenta de que no podría dar dos pasos con la bolsa cargada a su espalda; pero se sintió aún peor cuando la vio a ella, una pequeña sonrisa amable fundida en su rostro, levantarla sin esfuerzo y colgarla de su hombro como si de una bolsa de algodón se tratara. La diferencia física entre ambos se veía a distancia. Dakota era bastante alta para ser una chica, mientras que Taylor había tenido que utilizar un taburete de plástico en el cine durante toda su infancia para llegar a ver algo más que la nuca de otro ser humano. Era débil y demasiado flacucho para sus diecisiete años, tal vez todo lo contrario que ella, pues sus brazos parecían fuertes hasta en estado de reposo.

Los dos eran distintos. Dakota era fuerte por fuera y creía ser fuerte por dentro, mientras que Taylor perdía los nervios con facilidad, se rendía demasiado pronto y prefería el camino fácil para no sufrir. Sabía que éso era algo que deberían solucionar sus profesores, pues jamás aprobaría si no era lo suficientemente fuerte.

Ambos subieron en silencio las escaleras hasta el piso superior, Dakota arrastrando sus sandalias de cuero por la alfombra, levantando polvo que seguía ennegreciendo sus pies. El verde manto se extendía a lo largo de tres pasillos una vez allí. Al frente y a su izquierda, cuyas puertas estaban abiertas; y hacia la derecha.

- Nunca vayas por ahí - señaló Taylor hacia la única puerta cerrada -. Está prohibido.

- ¿Eres consciente de que éso suena demasiado tentador?

- Será mejor que controles esos instintos, Dakota - advirtió una voz de hombre a sus espaldas, rasgada, viril y tal vez sensual -. Podría traerte problemas con los profesores.

Una diminuta risa se abrió paso entre los labios de la joven, que seguía mirando aquel trozo de madera frente a ella como un enigma que entonces tenía ganas de descifrar.

- ¿Y quién lo dice? - preguntó con tono despreocupado, viendo a Taylor volverse hacia el recién llegado con una luminosa sonrisa en el rostro.

- ¡Profesor Blake! ¿Ha ido al río?

"Buena forma de empezar, Crash", se dijo, "excelente". Y su despreocuada expresión se volvió un puzzle de autocastigo y autocompasión.


En las sombras I. 1.Blanco o negro (2/4) - FIN -



Redactando desde su dislocado rincón,
- Shinju J. J. (22/07/2010), yoroshiku onegai shimasu.

3 comentarios:

  1. me gusta! aunk tengo una pega! Cambiale el color a la alfombra que parece sacada del internado de antena 3!!!!!!
    XD

    Espero leer mas!

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  2. Me gusta como escribes. Sigue asi. Un saludo. Me afilio a tu blog y te lo enlazo al mio.

    Nos vemos!

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  3. A mi también me gusta bastante tu forma de escribir..

    Oye, serías mi BETA para El Castillo de Pedrantiga? Ahora que han vuelto a comenzar las clases, los periodos de inspiración han aumentado, pues en un aula enorme y escuchando como un profesor con una calvicie ya avanzada imparte su asignatura igual que daría una conferencia en la Universidad de Oxford es un sitio estupendo para atraer la atención de las musas....
    Contéstame si?
    Hablamos entonces...
    besiños

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