En las sombras 3


En las sombras I.



1. Blanco o negro (3/4)



- Deberías bañarte tú también, Taylor. El agua está genial.

Dakota se volvió con precaución y observó de arriba a abajo a aquel hombre. No llegaba a los treinta años, aunque parecía más joven de lo que sus ojos decían que era. Un poco más alto que los otros chicos, y seguramente bastante más fuerte, pues su torso descubierto mostraba unos musculados hombros, así como trabajados brazos y abdominales. Las bermudas le cubrían casi hasta las rodillas, y pudo fijarse en la cicatriz que recorría una de ellas hasta el tobillo - lo cual debía de haber sido bastante doloroso antes de sanar. Sus cortos cabellos se repartían en todas direcciones, húmedo el brillante negro azabache, relegando finas gotas de agua a deslizarse por los marcados pómulos hasta la mandíbula, cubierta de corta barba de dos días. Y sus ojos, de un azul intenso y brillante, miraban a la joven con un desdén que poco se esperaría de un profesor. Aunque una primera impresión en bañador, pensó Dakota, tampoco ayudaría a un futuro respeto mutuo.

- ¿Has llegado ahora? - preguntó el profesor, cambiando el desdén por la amabilidad de una sonrisa que mostraba dos filas de perfectos dientes blancos.

- Ahora mismo - respondió ella, evitando desviar su mirada de aquellos ojos marinos.

- Soy Ned Blake, uno de los profesores del Colegio - confirmó tendiéndole la mano a la joven, que no recordaba haberle visto subir las escaleras -. Como ya estáis todos aquí, la presentación será durante la cena - dijo mirando entonces a Taylor.

- ¡Genial! - exclamó el joven, hambriento.

- Os lo explicaremos todo, no te preocupes - aseguró a Dakota, que parecía algo perdida -. Ah, y espero no verte nunca atravesando esa puerta.

- ¿He de prometerlo? - su inocencia perdida en algún lugar del camino.

El hombre sonrió de nuevo con cierta malicia, complicidad también, y se abrió paso entre los dos jóvenes para desaparecer por el pasillo de la izquierda, caminando con el mismo desdén que sus facciones sugerían.

No queriendo perder allí más tiempo, Taylor condujo a su nueva compañera a través del pasillo del frente, escasamente iluminado con las mismas velas de la entrada cada varios metros, en ambas paredes. A lo largo del pasillo había también puertas a ambos lados, cerradas a simple vista, aunque no quiso comprobar que lo estuvieran también con llave.

Al fondo del pasillo, tras unos veinte metros, se encontraba la escalera de caracol por la que subieron hasta el tercer piso. Desde allí, Taylor la llevó hasta un nuevo pasillo, más corto, con tres puertas a cada lado y una al fondo. El joven paró frente a la segunda de la izquierda, y, tras un prolongado suspiro, dijo:

- Lo compartes con Flannery Endicott, pero llámala Fay - una sombra de temor se vio reflejada en sus ojos, o eso creyó ver Dakota -. Craig la llamó Flannery y todavía tiene el ojo morado.

Dakota río sin ganas, con marcada ironía, y posó su mano sobre el pomo de la puerta.

- Cenamos a las siete - dijo Tayor, abriendo la tercera puerta de la izquierda -. No llegues tarde.

Asintió ligeramente con la cabeza, todavía tratando de recordar el camino que habían recorrido para llegar hasta allí. Cuando lo vio desaparecer en el interior de su habitación, ella hizo lo mismo. Al otro lado de la puerta halló una pequeña habitación con dos camas, dos mesillas de noche, dos armarios y dos pequeñas estanterías. Era un poco más grande que su cuarto compartido de la casa de acogida, o tal vez simplemente lo parecía por no tener las mismas ocho camas, las maletas y la ropa desperdigadas por el suelo.

Observó detenidamente la mitad izquierda de la estancia. La cama estaba hecha, junto a una mesilla organizada sobre la que descansaban un despertador, una pequeña libreta y un bolígrafo. La estantería que colgaba de la pared sobre el cabecero de la cama tenía un par de libros, lo que creyó una púa de bajo, y una pequeña cajita. Las pertenencias de Flannery, parte de la intimidad de una desconocida expuesta ante sus ojos, como un reclamo a su frágil determinación, a su débil autocontrol. Por suerte para ambas, su indiferencia siempre crecía un grado por encima de cualquier otro sentimiento, trasladándolo todo peldaños más abajo, acercándolos al lugar donde ya nada importaba.

Se deshizo de su bolsa de deportes, dejándola caer junto al armario vacío, e hizo lo mismo con su propio cuerpo sobre la cama. El impacto contra el colchón le dejó dos cosas claras, dos cosas que preferiría haber evitado descubrir el primer día de estancia en el internado. La primera, que no podría enderezarse sin dolor durante las siguientes horas; y la segunda, que ese colchón tenía más de piedra que de colchón.

Se incorporó de un salto y deshizo la cama de un tirón, arrancando las sábanas y descubriendo el bloque de paja prensada que se escondía debajo, culpable de sus calambres en la espalda, del escozor de su piel. Su almohada estaba formada por un montón de la misma paja atada con una fina cuerda.

Sin demasiada paciencia, abrió la puerta de la habitación y se asomó al pasillo. Tan sólo el silencio y la oscuridad advirtieron su presencia, pues la estancia parecía vacía.

- ¿Estáis todos locos? - aulló, esperando llamar la atención de alguien -. Este estúpido colegio no está en la Edad Media. Ni siquiera los cerdos duermen ya sobre paja.

Suspiró prolongadamente, el sonido del aire abandonando su cuerpo acompañado por el chirriar de la puerta situada a su izquierda. Quería reírse, pero las carcajadas no querían llegar a su mente, pues el temor de un encuentro con otro profesor mermó su determinación y quebró sus fuerzas.


En las sombras I. 1.Blanco o negro (3/4) - FIN -



Redactando desde su agitado rincón,
- Shinju J. J. (23/07/2010), yoroshiku onegai shimasu.

3 comentarios:

  1. pau tu sabes k t kiero mucho xo parece k kieres matarme con todo este suspense!!!!!!!

    Solo una apreciación, espero que el profesor y la compañera de habitación sean importantes para la historia porque resaltan demasiado, al contrario que Taylor.

    bikiños

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  2. Te deseo la misma suerte :)

    Que sepas que hay algún tipo de licencia creativa que se encarga de cubrirte los capítulos como los que tu subes, para evitar plagios. De todos modos, yo preferí la opcion de usar la tradicional, el ISBM, y esperar asi a que esté completa mi obra para registrarla. Por eso procuro no subir nada como ya dije en mi blog.

    Gracias a ti por compartir este trocito de tu mundo para que personas como yo puedan deleitarse con él.

    Un saludo ^_^

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  3. ISBN quise decir u.u A estas horas uno no da más de sí.

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¿Me ayudas a dar otro paso?