En las sombras 4


En las sombras I



1. Blanco o negro (4/4)



Acompañando la fría corriente de aire que surgió a través de la puerta entreabierta, las palabras entonadas con una rasgada voz masculina, danzando juguetonas, con ademán provocador, rozaron el rostro helado de Dakota, cautela y miedo tejidos entre la máscara de habitual indiferencia.

- Si te sientes sola por las noches, preciosa, sobra sitio en mi cama.

Pero no alcanzaron su corazón aquellas palabras, ni siquiera la parte del cerebro encargada de las emociones. No se trataba de un profesor y ello era en lo único en que entonces pensaba. No dar otro paso hacia atrás sin haber dado alguno hacia adelante.

La luz del interior de su cuarto iluminó los pasos del joven hasta que alcanzó el pasillo, donde Dakota pudo comprobar con sus propios ojos que aquel ego transformado en palabras incitantes casaba con la imagen que se había formado en su cabeza durante un instante.

Era un chico atractivo, de su misma edad - al igual que todos los alumnos, quiso suponer -, en buena forma, bien vestido y demasiado bien peinado para la hora que era. Mechones de rubios cabellos descendían a ambos lados de su rostro, ondulando la silueta de los suaves pómulos, haciendo desaparecer la cuadrada curva de su mandíbula, y perfilando el malicioso desdén de su pícara sonrisa. Y entre la belleza evidente de sus facciones se hallaban los perfectos ojos de un maníaco controlador; perforadoras monedas grises responsables del interrumpido pulso de la joven. El azul que escondían, profunda y delicadamente pincelado, hacía de aquel rostro lo más parecido a la imaginada belleza de los ángeles. Sin embargo, sus palabras parecían querer exponer el alma demoníaca que se retorcía en su interior. Un demonio engreído, aunque superficialmente cercano.

Dakota dio un paso hacia atrás, hacia el interior de su nuevo cuarto, tratando de recuperar su parcialmente perdida compostura. Sus pesados párpados querían tener más fuerza; más fuerza que una determinación que le era ajena.

Volvió al pasillo cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Alguien te ha preguntado?

- Perdona mi descortesía, preciosa - el muchacho avanzó hacia ella extendiendo su brazo, ignorando por completo el hosco tono de voz con que las palabras habían abandonado los labios de su nueva compañera -. Me llamo Vincent.

La chica miró la mano con gesto disgustado y la tomo sin la gentileza que podría esperarse de ella.

- Llámame Crash - acotó, dirigiéndose a las escaleras -. ¿Dónde puedo encontrar un colchón?

- Eres Dakota, ¿no? La que viene del orfanato...

- Casa de acogida - corrigió.

- Bien. Lo que sea, preciosa. Todavía hay muchas cosas que no sabes de este colegio.

Descendían por las frías escaleras, salpicados sus cuerpos de pálidos reflejos anaranjados. Las pequeñas velas apenas iluminaban la superficie que con cuidado pisaban. Ella podía sentirlo a su espalda, podía ver como la miraba con cada cerrado giro de la escalera, como parecían sonreír aquellos ojos. Observarle de reojo le recordó que ya le había visto antes, y sus pies frenaron por propia voluntad.

- Eres el tío que estaba vacilando a Taylor en la puerta, ¿verdad?

Al volverse lo encontró recuperando el equilibrio que había perdido al intentar no llevársela por delante.

- ¿A Mills? - sonrió, encontrando su verticalidad -. Sí, el mismo.

- Pues piérdete.

Dos cosas quedaron claras para Vincent tras aquella última intervención, acompañada por el suspiro de impaciencia más honesto que había escuchado jamás. La primera, que no sería fácil convivir con Dakota; y la segunda, que no se desmayaría ante él por sus exteriorizados encantos de galán neoyorquino. Y sin querer complicar más su propia vida, dio media vuelta y volvió a su cuarto. Para cuando había cerrado la puerta, ella ya se había perdido.

Creía recordar el camino de vuelta, pero ya no se encontraba en la torre de habitaciones. Había descendido todos y cada uno de los escalones de piedra, sin encontrar el vestíbulo en su camino, ni verdes alfombras siquiera que guiaran sus pasos de vuelta a la torre. Debía haber confundido un giro, una puerta, y no había conseguido deshacer el camino que Taylor le había mostrado. A aquello lo llamaba empezar bien.

Desde que había tomado el avión en Honolulú camino al continente se había sentido completamente perdida. Era una chica de islas. Jamás había cruzado el océano en aquella dirección. Estaba demasiado lejos de casa, de su hogar, y ni siquiera podía sentirse un poquito bien en ese rincón del mundo, pues su toma de contacto no le había dado demasiadas esperanzas. Era descuidada y despreocupada, pero media hora en aquel internado le había bastado para perder la fe en el sueño de su madre. La universidad, cambiar la tabla por la literatura, el neopreno por la filosofía, la arena por las matemáticas. Quería que saliera de la playa y encontrara su lugar en el mundo, un excitante lugar al que pertenecer, su independencia, su autonomía, su libertad.

La casa de acogida siempre había sido para ella un buen lugar para vivir, un lugar al que volver y en el que rodearse de tanta gente que la harían olvidar todo cuanto pudiese herirla. Pero, del mismo modo, había vista a tantos de esos chicos y chicas como ella perderse de camino a esa vida normal y digna que tanto amaban los adultos y que tan locos volvía a los niños. Había visto a tantos marchar, volver, ser abandonados, crecer solos y olvidar su identidad, que la aterraba la idea de no poder salir adelante. El colegio podría darle una oportunidad, abrirle un camino, pero el trayecto había sido tan largo que había vuelto al punto de partida: las dudas.

- Algo está mal aquí - murmuró su temblorosa voz.

Su reloj de pulsera marcaba ya las seis y media y seguía allí sentada, entre dos paredes de helada piedra inerte. Se sentía mal. Hacía mucho frío en Pennsylvania y esa vieja catedral de Notre Dame parecía poseer una atmósfera propia incluso más fría. Y ese frío la embargó, y sintió que seguiría allí el resto de su vida, esperando una mano amable que la sacara de allí de un tirón y la enviara de vuelta a la luz.

La tristeza, la vulnerabilidad que la rodeaban entonces se le antojaban ajenas. Ella jamás había sido así, siempre había sido fuerte. Entonces, ¿qué era aquello que parecía acosarla desde que había puesto sus pies en el colegio?, ¿qué significaba ese vacío?, ¿qué quería de ella? No quiso averiguarlo.

Una fuerza indiscutiblemente poderosa la puso en pie de un salto y movió cada una de sus piernas hacia un desconocido camino de vuelta. Si el Van Helder quería ponerla a prueba, la superaría, pues el valor con el que se armaría siempre sería más fuerte que cualquier duda; por profunda que fuese la grieta abierta en su interior, cicatrizaría, pues la familia Hayden no la había empujado tan fuerte para simplemente verla caer hacia el vacío.

Lamentablemente, todo ese valor se agotó enseguida. Seguía perdida, y lo peor que podría sucederle, necesitaba urgente y desesperadamente llegar a los servicios.


En las sombras I. 1.Blanco o negro (4/4) - FIN -



Redactando desde su decaído rincón,
- Shinju J. J. (24/07/2010), yoroshiku onegai shimasu.

6 comentarios:

  1. Fin del 1º capitulo!!!!!!!!!!!!!!

    m tienes en ascuas chuli!

    te repito, me encantan tus descripciones!!!!! la descripcion de el chico me hace pensar a medias en Damon y a medias en Eric Northman! (eso es bueno)

    espero con impaciencia!

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  2. He leido el capítulo completo. Me encantan tus descripciones y tienes un vocabulario muy amplio. Te felicito!

    Solo un apunte:

    "que no se desmallaría ante él"

    Desmayar y no desmallar.

    Por lo demás bastante bien. ¿A que género pertenece tu historia? Es que veo un cruce entre una historia de misterio y una historia de...amor?

    Un saludo :)

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  3. Jonathan, lo primero, muchas gracias por la corrección, porque si llega a ser por el corrector ortográfico de blogger, voy aviada... Y también muchas gracias por leerlo y dejarme un comentario. Estos detalles son los que más fuerzas me dan para seguir adelante ^o^ (Esto también va dirigido a yavanniña, que también dedica parte de su tiempo en "leerme").

    Y con respecto al género, intento encauzar la historia hacia el urban fantasy, pues una amiga me dijo que probablemente -conociendo mis gustos- se me daría bien. Pero, como bien dices, el misterio parece una parte importante, y espero conseguir intrigar a los lectores. :)
    Respecto al amor. Es inevitable, pues los personajes principales son adolescentes, pero no creo que sea el centro de la historia. Aunque, nunca se sabe.
    Prometo trabajar duro. :)

    ¡¡Muchas gracias, y espero poder leer algo más de tu novela pronto!!

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  4. Te agradeceria que si has leido laintro me dejes la opinion allí, para saber y tal.

    Por mi parte seguiré leyendo tus capítulos.

    Desde luego ha sido un gusto enorme el poder dar con tu blog ^^

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  5. Me ha encantado! :O
    Narras bastante bien y tienes mucho vocabulario. Estás en los niveles más altos ^^

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  6. Vaya.. no sé porqué pero cada vez que leo este relato, y ya lo he hecho un par de veces, me recuerda a Howarts.. Sólo faltaría que este tal Mills fuera Draco Malfoy.. el pego al menos sí lo dá xD

    No os parece curiosa la influencia que las novelas y películas americanas ejercen sobre nosotros, que tú hasta pones los nombres de los personajes en inglés? No hagas caso, no son más que divagaciones mías...

    Sigo leyendo...

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