Dos pasos al frente desde el borde de tu abismo


Dos pasos al frente desde el borde de tu abismo






Me miras, y entonces vuelves tu rostro de nuevo a la oscuridad. Lo haces cada vez que nuestras miradas se cruzan, destruyendo cada ínfima conexión antes de llegar a crearla, y tus mejillas se vuelven de un rojo pálido que aniña la dulzura de tus facciones. Y sólo es para mí, como una gran mentira tras la que solamente mis ojos pueden encontrar la verdad, como una puerta de la que tan sólo yo tengo la llave. Tu timidez conmueve las duras barreras que protegen mi alma, siempre en guardia, esperando un ataque lo suficientemente fuerte para derribarlas. Pero no llega.

Me sigues con la mirada y cuando te la devuelvo rehuyes mis ojos y escondes los tuyos, y al instante siguiente estás mirándome fijamente y amenazando mi estabilidad con el penetrante oscuro reflejo que se escapa de ellos. Eres contradictorio, revuelves mis sentidos y me obligas a buscarte, pero siempre haces desaparecer aquéllo que me atrae y quiere atarme.

- No, Kenji. No voy a bajar - te dije, y tu sombra se cernía sobre mi cuerpo, apostado en un rinc
ón de la azotea como cada día que venías a buscarme, con sus ojos azules observándote también sin que siquiera pudieses notarlo.

Dudaste, y tu rostro fue atravesado por un sombrío rubor que hizo tu
seria expresión mucho menos imperativa; y él reía.

- Llevas tres días sin ir a clase, Misaki. Los profesores no paran de hacer preguntas.

- Respóndelas.

Tus ojos cayeron hasta mí y se fundieron un segundo con los míos. Te agachaste, desperdiciando esa incalculable vena inconsciente que pocas veces te caracterizaba, y mi mano halló su camino hasta la solapa de tu chaqueta. Te arrepentiste de haberte puesto tan a mi alcance cuando m
i aliento rozó deliberadamente tu mejilla rosada.

- ¿Por qué intentas protegerme? - susurré y sentí tu propio escalofrío recorriéndote, desequilibrando tu determinación, ya nunca más anclada en la profundidad de tu mirada.

Tomando mi mano, la soltaste de tu ropa y diste un paso hacia atrás, volviendo de nuevo tu rostro a esa oscuridad donde no me estaba permitido fisgar. Él te miraba entonces, y el fruncido entrecejo me decía que no le gustabas, que no te quería cerca de mí. Su egoísmo quería llevarte hasta el borde de tu propio abismo y darte el empujón necesario para verte desaparecer. Él era así.

- Kenji - saboreé tu nombre mientras salía entre mis labios, pero tú no me miraste -. Llegas tarde a tu clase.

Podría haberte visto refunfuñar incluso en plena noche. El modo en que tus hombros se encogían, tus manos se escondían en tus bolsillos y tus pies te arrastraban hasta la puerta que volvería a cortar esa invisible conexión, podía tentarme hasta sacudir mi mente durante un instante lejos de la tenue realidad. Pero eras tú y nadie más, y el resto del mundo aparecía borroso ante mis ojos, giraba y me acosaba, pero no me cambiaba.

"No me gusta la forma en que te mira", susurró.

- No te gusta que me mire - le dije y dejé de ver tu espalda y de sentir tu mirada.


"As reason clouds my eyes, with splendor fading,
ilusions of the sunlight and the reflection of a lie
will keep me waiting". *







(* Pertenece a Trading yesterday)

Redactando desde su resentido rincón,
- Shinju J. J. (06/01/2011), yoroshiku onegai shimasu.

2 comentarios:

  1. Me encanta! Siempre te lo digo, es esa forma que tienes de atrapar en el mundo que creas... Bueno, tengo ganas de saber quién es "él", y por cierto, lo que más me ha gustado es el principio de la entrada ^^

    ResponderEliminar
  2. Gracias!!!! ^^
    Y pronto se podrá saber quién es ese "él" y lo que esconde Iggy. =)

    ResponderEliminar

¿Me ayudas a dar otro paso?